Uno de sus párpados estaba tan dañado que le impedía la visión clara en uno de sus ojos. Al pie de la montaña sagrada de Japón, el Monte Fuji, se iba a decidir el título de 1976. Iba a ser la primera carrera de Fórmula 1 en el país del sol naciente. Y un hombre con problemas respiratorios, fuera de forma y con la cara desfigurada tenía que luchar por un título que parecía suyo a mitad de temporada.
Dos meses antes, llovía al comienzo del Gran Premio de Alemania en Nurburgring (el infierno verde). Todos los pilotos, excepto Mass, comenzaban con neumáticos de lluvia. Pero no estaba lloviendo en todo el circuito y todo el mundo paró al cumplir la primera vuelta para poner slicks. Mass comenzaba su segunda vuelta y Lauda se reincorporó a la carrera detrás suyo. Lauda aguantó algún kilómetro detrás del Hesketch pero le pasó y empezó a irse. El Ferrari al llegar a una zona húmeda empezó a tener serios problemas de manejo. Llegaron a la bajada hacia Adenauer Bridge. Subida y una izquierda que se toma a tope, Bergwerk.
Lauda giró hacia la izquierda marcando la trazada de la curva. De repente el monoplaza se fue hacía la derecha, Lauda intentó rectificar pero se fue prácticamente recto sin control. Atravesó las vallas, golpeó una roca y en el talud estalló en llamas. El coche volvió a la pista hacia atrás. Mass intentó evitar el Ferrari en llamas, por fuera de la pista, fue inútil, golpeó al Ferrari y lo dejó en medio de la misma. Brett Lunger y su Surtees venían detrás y golpeaba fuertemente de nuevo al Ferrari. Cuando Mass paró el coche y llegó donde el Ferrari ardía, se encontró con un lamentable espectáculo. Dos comisarios sin trajes ignífugos y con 2 extintores de mano no se atrevían a acercarse.
Harald Ertl, que había parado al igual que Arturo Merzario, arrebató uno de los extintores y lo vació durante 10 segundos directamente hacia el cockpit donde estaba Lauda. Esto aplacó las llamas. Lunger, Merzario y Mass se acercaron al coche en llamas e intentaron extraer al piloto austriaco. Tiraron de él y lo sacaron en menos de 3 segundos. El fuego se avivó y quedó fuera de control. Lauda fue ayudado a alejarse del infierno. Uno de los depósitos de gasolina se habia desprendido del coche. Mass lo alejó todo lo que pudo para evitar su explosión. Lauda fue evacuado al hospital. Se le administró la extrema unción estando consciente. En ese momento, el austriaco decidió luchar por su vida. Su cara estaba quemada alrededor de los ojos. Hubo que transplantarle piel de detrás de las orejas para crearle de nuevo los párpados. Media cabellera había desaparecido, así como uno de sus pabellones auditivos. Era el 1 de agosto.
Hasta ese momento, Lauda había dominado con 5 victorias en 8 carreras y 61 puntos. James Hunt por su parte tenía 35 y había ganado la carrera del infierno verde.
Hunt era 4º en Austria y ganaba en Holanda. Milagrosamente, Lauda reaparecia en Monza donde era 4º con Hunt abandonando por un trompo y con polémica.
Los comisarios decidieron que la gasolina de Hunt era ilegal al término de la segunda sesión calificatoria. Salió desde la última fila de parrilla y en su intento desesperado por recuperar posiciones cometió el referido trompo. Respondió ganando en las 2 siguientes carreras de Canada y Estados Unidos, Lauda solo podía ser octavo y tercero. 68 a 65.
Y llovia, Lauda estaba agotado "normalmente las 3 últimas carreras de la temporada son de locos incluso para el piloto más en forma. En mi caso, el trauma físico y mental de Nurburgring es un problema añadido. Además Hunt me está presionando como un poseso".
Otros pilotos comentaban lo cansado que estaba el austriaco. Tras las sesiones de entrenos, sus párpados se negaban a funcionar y acababa con los ojos rojos y llorosos. Y llovía.
Los pilotos se reunieron en la torre de control a discutir la posibilidad de suspender la carrera. Hacer 318 kilómetros bajo una lluvia torrencial, sin ver nada, esperando que se produzca la masacre no estaba en sus planes. Pero la puerta se abrió y un comisario anunció que la lluvia había cesado. los pilotos no se alegraron pero sintieron alivio. Al fin y al cabo eran profesionales. Uno no se sintió tan bien. Lauda decidió en ese momento tomar la salida. Pasar por el trance más peligroso de un gran Premio, rodar 3 vueltas y retirarse para que Ferrari consiguiera las primas de salida.
En la salida, Hunt se quedó algo clavado. Watson, que estaba en segunda fila le siguió, detrás Lauda y Andretti. A sus espaldas, quien sabe, la cortina de agua que levantaron los monoplazas hacia inútil cualquier intento de identificación. Los pilotos tenían graves problemas con el agua en pista. En la segunda vuelta, Watson atacó a Hunt al final de recta, cogió una línea por el exterior pero un charco le sacó de la pista.
"Hay cosas en la vida más importantes que un Campeonato del Mundo" en la tercera vuelta, Niki Lauda entraba en boxes. Una nube de mecánicos con chubasqueros amarillos se abalanzaron sobre el coche. Lauda con unos gestos tranquilos se desabrochó el arnés.
Los mecánicos ayudaron a salir a Lauda. había tomado la decisión más valiente de su vida. Se fue directamente al aeropuerto.
Hunt necesitaba solamente ser cuarto. Todos los coches habían empezado con neumáticos de agua y después de 20 vueltas la pista empezaba a secarse. Esto sometió a un desgaste excesivo a los neumáticos que, unido a las rápidas curvas de Fuji, empezó a causar problemas a los pilotos. A mitad de carrera Hunt tenia una ventaja confortable. La pista era una mezcla de carril seco, y el resto húmedo y con peligrosísimos charcos que cazaron, entre otros a Jochen Mass.
A falta de 20 vueltas el Monte Fuji empezó a hacerse invisible entre las nubes. Hunt empezó a notar serios problemas en la rueda delantera izquierda. Depailler se le acercaba, Andretti también. Lo lógico era parar, pero eso le podía costar el campeonato. Las vueltas pasaban y en boxes nada. Para empeorar las cosas una de las ruedas traseras, la izquierda, tenía un pinchazo lento lo que hacia golpear violentamente el fondo del coche contra la pista. Miríadas de chispas marcaban el recorrido de Hunt. Teddy Mayer, jefe del equipo McLaren, no quería interferir en las decisiones de su piloto. "Pensaba que nadie mejor que él sabria como estaban las ruedas y cuanto podrían durar". Sin embargo, Hunt, cada vez que pasaba por la recta hacía gestos con los brazos esperando una respuesta. De nuevo se nubló y la noche casi anticipó su llegada. Depailler se colocó primero en la vuelta 62 y Andretti tambien adelantó al británico. Tercera posición. Regazzoni, el otro Ferrari, detrás. Dos vueltas más tarde una de las ruedas traseras de Depailler se degradaba y entra en boxes, Andretti primero. La señal de boxes que Hunt espera no llega. En la siguiente vuelta, llegando al muro, la rueda delantera se desintegra. Felizmente, Hunt logra coger el carril de boxes y llega a su posición con los mecánicos esperando. El coche esta tan bajo que no hay manera de meter el gato. Howard Moore levanta el coche con sus brazos sin mas ayuda. Regazzoni pasa por la meta saludado por todos los mecánicos de Ferrari que veían la posibilidad de lograr el título a pesar de todo. Hunt vuelve sexto a falta de 4 vueltas. Pero en realidad era quinto, un error en el cuentavueltas de McLaren les estaba haciendo contar a Jones, con vuelta perdida, en la vuelta del líder. Hunt estaba furioso dentro del cockpit. Y esa furia la traspasó a su pilotaje. Cogió a Regazzoni y a Jones que estaba cuidando de sus neumáticos. Los pasó por fuera como un rayo, no sabía que era campeón en ese momento. Tampoco se dió cuenta de a quien pasaba. "Eran simplemente coches" Hunt se lanzó a por Depailler pero este defendió su posición y no permitió que el británico le adelantara.
Hunt llegó a boxes, paró el coche y pegó un tremendo acelerón. Tenía que soltar su rabia, no oía lo que le decían al no haberse quitado el casco. Mayer le paró como pudo y le hizo comprender que era tercero, que era ¡CAMPEON!. Hunt se quedó sin habla y muy tranquilo quiso asegurarse de todo antes antes de celebrar nada. "No queria pensar en el campeonato y luego llevarme el chasco. Cuando los organizadores confirmaron el tercer puesto y no había reclamaciones me lo creí".
Mientras Lauda, en el aeropuerto recibía la noticia. Preguntado sobre si habría sido capaz de lograr un seguro quinto puesto sin arriesgar. Miro sin parpadear y respondió, "de ninguna manera".
Carlos Barazal. Grand Prix nº 2, 12 octubre 2003
Un video de aquella carrera: